martes, 24 de abril de 2012

TESOROS EN EL CIELO

De nada sirve vivir muchos años, obtener fama, dinero y bienes materiales, si al fin de cuentas todo se queda aquí. Por eso el Rey Salomón en el libro de Eclesiastés, expresa lo siguiente: Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. Eclesiastés 1:2-4 ¿Dónde están aquellos que eran, por decirlo así, “los dueños del mundo”? Ya no están. ¿Cuánto tiempo gozaron de sus bienes y fama? Una nada, el tiempo se fue volando, y con él sus vidas. Ahora otros ocupan su lugar, y así sucesivamente hasta que todo se termine. La vida no tiene sentido si no está arraigada en Dios Esto me recuerda aquella parábola del rico insensato. Veamos: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. Lucas 12:16-21 Y en otra parte, nos enfatiza que es necesario hacer tesoros en el cielo. No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Mateo 6:19-20 ¿Cómo se hacen tesoros en el cielo? Se hacen tesoros en el cielo cuando se vive para extender el Reino de Dios sobre la tierra. A cada uno de nosotros, Dios nos ha bendecido con recursos y talentos, para que con ellos hagamos la obra que nos corresponde en el lugar donde nos ha colocado. No perdamos de vista la razón por la cual Dios nos trajo a la tierra. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10 Vivimos para extender el Reino de Dios. Únicamente viviendo para los propósitos de Dios, es cuando nuestra vida tiene sentido total; aun en los momentos adversos y hasta en la muerte misma. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Romanos 14:7-8

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