Nuestro tesoro es la promesa de la vida eterna, pero mientras eso sucede, todos pasamos tribulación. A veces, tenemos falsas expectativas sobre la vida de fe porque suponemos que siendo cristianos, no pasaremos dificultades, pero estamos equivocados. La crisis es externa, pero la angustia es interna y estamos llamados a controlar lo que hay en nuestro interior porque es allí donde tenemos el poder de Dios. Por ejemplo, la lluvia es externa y no podemos evitarla, pero sí podemos protegernos e impedir que nos deprima. Así que podemos estar atribulados, en apuros, perseguidos y derribados, pero nunca sentirnos angustiados, desesperados, desamparados o destruidos (2 Corintios 4:7-9).
Nuestra santidad será genuina cuando aceptemos que el poder de Dios está dentro de cada uno, por lo que somos capaces de vencer cualquier situación externa que nos amenace.Demostremos nuestra condición de verdaderos cristianos rechazando el proceso de angustia que degenera en desesperación. Cuando te sientas débil, acude al Señor en oración para que levante tu fe. Deposita tu confianza en Él. Recuerda que en Cristo, no siempre se gana, pero el triunfo está garantizado. Al hombre correcto, siempre le espera un final dichoso.
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