lunes, 6 de junio de 2011

LAGRIMAS DE DIOS

Hubo algunos en los tiempos del Antiguo Testamento que sirvieron con lágrimas al Señor:

Job. El pudo testificar: "¿No lloré yo al afligido? Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso?" (Job 30:25).

David. El lloraba y ayunaba cuando los hombres insultaban a Dios (Salmo 69:9-10). Cuando sus enemigos se enfermaban, él ayunaba y se dolía como si fueran sus hermanos y lloraba como si fueran su madre (Salmo 35:14).

Isaías. Se hizo eco del clamor del corazón de Dios, lloró cuando el enemigo Moab sufrió sequía y hambruna, sus ojos se inundaron de lágrimas (Isaías 16:9-11).

Josías. Dios oyó la oración de Josías por la nación mientras él ayunaba y lloraba delante de Dios por su pueblo (2 Reyes 22:19).

Esdras. Cuando se dio cuenta cuán profundo era el pecado de su pueblo que habían acarreado ante el juicio de Dios, oró y lloró tanto ante Dios que una gran muchedumbre se reunió en torno a él (Esdras 10:1-2).

Este siempre es el patrón: Un líder que llora produce un pueblo que ora y llora. El líder que asume los pecados del pueblo a su cargo, orando y arrepintiéndose en forma vicaria por ello, tendrá un pueblo que camina al arrepentimiento. Un líder que no llora con un corazón que no se ha quebrado realmente, que no conoce el llanto de su corazón, puede denunciar los pecados del pueblo pero, rara vez los conduce a confesar el pecado, confesión que acarrea la misericordia de Dios.

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