El cansancio en ti, ya se hizo evidente...
El camino se te ha vuelto arduo, incierto y cuesta arriba.
Todo esto es un completo desierto...
Te faltan las fuerzas para continuar...
Aparentemente no hay nada fuera de lo común que acontezca a tu alrededor. Nada novedoso, ninguna sorpresa.
El tiempo pasa, y todo igual...
Todo una rutina...
Sin embargo, tú sabes que Dios ya anuló todo proceso maligno en tu contra, toda consecuencia de tus malas acciones deliberadas. ¡Cómo te lo ha confirmado! Así que, no tienes ningún mal que temer.
Recuérdalo:
No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas... Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.
Isaías 43: 18, 25
Estás consciente que no lo hace porque lo merezcas, sino por su GRACIA y MISERICORDIA.
Además tienes la certeza que su PODER sobrenatural y su SOBERANIA, obran en medio de todos tus acontecimientos, aunque no te percates de ello. Aunque parezca indiferente o incapaz.
Gozas de la cobertura total de Dios en todo momento y lugar.
Dios cumplirá sus propósitos eternos en ti.
Tu vida tendrá un final dichoso.
Por eso...
Aunque todo parezca igual.
No te desanimes...
Mantente firme aunque el desierto se vuelva más intenso...
No te afanes en lo que no puedes resolver...
Declara que no conocerás la derrota ni la frustración...
Refleja a Cristo con tu testimonio y palabras en donde quiera que estés...
Regocíjate en Dios...
Te comparto un fragmento de la carta que el apóstol Pablo le escribió a los filipenses. Aplícalo para tu caso.
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: Regocijaos.
Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:4-7
Aunque todo parezca igual.
Sigue fortaleciéndote con el alimento del cielo, la Palabra de Dios, que estimulará tu marcha hasta llegar a la meta final.
Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:14
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