"Por esta causa las
aguas han sido detenidas,y faltó la lluvia tardía" (Jeremías 3:3)
Cuando hablamos de sequía nos referimos a una anomalía
transitoria en que la disponibilidad de agua se sitúa por debajo de los
requerimientos estadísticos de un área geográfica dada. (Esto es en el aspecto
de la naturaleza).
En el área espiritual esta situación o estado es también
pasajera y se manifiesta de la siguiente manera:
Hay una apatía y cierta insensibilidad a las cosas de Dios,
es decir, la indiferencia toca el corazón y se comienza a decir: .- "allí
está fulano, que él lo haga" comienza un alejamiento del lugar donde Dios
te puso para que funcionarás.
La oración pierde el fervor, se vuelve rutinaria y sientes
que no pasa del techo de la casa y entonces llega la frustración, el desgano,
el cansancio para comunicarte con Dios.
La sequía espiritual se combate cuando tomamos la
determinación de saturarnos del AGUA VIVA y REVITALIZADORA
de la Palabra de
Dios. Su acción sobrenatural llega hasta los rincones más profundos de nuestro
ser.
“Porque la Palabra de Dios es VIVA y EFICAZ, y más cortante
que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón”.
Hebreos 4:12.
Cuando reflexionamos en la Palabra de Dios, su acción
produce en nosotros lo siguiente:
CONVICCIÓN SOBRENATURAL
en todo su contenido.
SABIDURÍA para proceder en medio de toda circunstancia.
COMPASIÓN ante las diversas necesidades de los demás.
VALOR para enfrentar todo tipo de oposición que se nos presente
por mantenernos fieles a sus lineamientos.
La acción de la Palabra de Dios llega hasta la raíz más seca
y profunda de nuestro ser.
Es entonces cuando llegamos a comprender que Dios mismo es
quien toma la iniciativa para comunicarse con nosotros al darnos palabras que
necesitamos para el momento oportuno. (Soy testigo de ello)
Llegamos a sentir la necesidad de no dejarlo “hablar solo”,
sino de hablarle nosotros también por medio de la adoración, la alabanza y la
oración espontánea.
LOS PASTORES MANUEL Y MARINA
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