En el evangelio de Juan el Señor Jesús dice siete veces de sí mismo: “Yo soy“. Él es el buen pastor, quien al morir en la cruz dio su vida por las ovejas. En relación con la obra cumplida de la salvación, él es la puerta por la que el ser humano debe pasar para ser salvo. Pero esto sólo es posible por medio de la fe en el Señor Jesús como Salvador personal.
Quien le ha hallado como tal sabe que es una oveja del buen pastor y experimenta que encuentra en él toda la ayuda necesaria para proseguir su camino. Él dijo: “Yo soy el pan de vida”, es decir, él es el alimento para el corazón del redimido. También es la luz para que encontremos el camino correcto en este mundo, el cual acabará en la gloria junto al Padre. Ese camino es nuestro Señor Jesús mismo, porque dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Él es, pues, el camino hacia el Padre, la verdad acerca del Padre y la vida que nos hará capaces de sentirnos bien en Su casa.
Cuando en el capítulo 15 de Juan dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”, se refiere a nuestro testimonio para él y para Dios en el mundo. Así como él vivió aquí para Dios, nosotros también debemos llevar fruto para él. Finalmente él es para los suyos, que deben pasar por la muerte, la resurrección y la vida. Él obró de manera que todos los que en él creyesen resucitasen.
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