domingo, 7 de febrero de 2010



En Filipenses, Pablo dice: “Una cosa hago, olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando...” Todos nosotros, los que hemos madurado, debemos tener esa misma actitud, llegar a un estado de plenitud, es decir de perfección. Usted no va a seguir avanzando porque ha terminado y puede descansar. Es más, Pablo dice lo contrario. Los que siguen avanzando hacia la perfección, los que reconocen que no son perfectos, son los que son perfectos en Dios - imperfectos en sí mismos, pero perfectos en Dios.

Las personas más grandes que yo he conocido en mi vida no eran personas que pensaban que ya habían logrado llegar a la perfección, sino que deseaban más de Dios, necesitaban profundizar más en Él, aprender más, ser más amorosas, más santas, más puras, y más ardientes. Así que la única manera de llegar es teniendo la actitud de que usted no lo ha logrado aún, y que de la única manera que usted va a lograr la plenitud es siguiendo llenándose más y más de Dios. Así que tenga la misma actitud que tenía Pablo: no deje nunca de avanzar hasta que llegue, siempre buscando y encontrando más de Dios, y en eso consistirá su perfección.

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