Dios te ha favorecido en escogerte para que cumplas con una misión privilegiada en estos tiempos previos al gran juicio que se avecina para el mundo entero.
No lo mereces, ni tampoco eres capaz...
Quiero recordarte que Dios ha prometido estar de tu parte en todo lo que emprendas en obediencia a su voluntad. ¡Cómo te lo ha confirmado una y otra vez! ¡Tú sabes que es lo que tienes que hacer!
Entiende de una vez, que estés donde estés o vayas donde vayas, comprobarás como el poder sobrenatural de Dios y su respaldo total irá siempre contigo. Además recibirás la sabiduría necesaria para proceder en circunstancias apremiantes en las que nadie sabrá que hacer, pronunciarás las palabras apropiadas para el momento oportuno y obtendrás todos los recursos que necesites de donde no los hay.
Tu vida no tiene sentido en este mundo sino vives para el propósito por el cual, Dios te creó.
Ahora entiendes porque a lo largo de todos estos años has pasado por situaciones imposibles, difíciles y disciplinarias a manera de entrenamiento, para que cuando llegue el momento, sepas como enfrentar las diversas situaciones.
No temas, ni te asustes, ni te angusties por lo que Dios te está pidiendo hacer. No trates de hallarle lógica a sus demandas. Si él te ha llamado, de cierto que te respaldará en todo. Aquí deben entrar en juego tus convicciones en todas las promesas dadas en su Palabra.
Entonces,
¿Qué te detiene para decirle SI a Dios?
No hay excusas...
No hay pretextos...
No hay obstáculos...
Si Dios te ha llamado a llevar a cabo esta misión, ponte bajo su disposición total. El se encargará de hacer el resto. No te defraudará...
Por eso, al igual que el profeta Isaías solo dile:
Heme aquí envíame a mí.
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