Con todo lo optimista que soy (puedo encontrarle el lado bueno a casi todo), también sé que la vida puede ser un lugar oscuro y solitario.
He hablado con adolescentes con un padre o una madre cuya ira hace que el trayecto a casa después de la escuela sea un viaje lleno de miedo.
Conozco a personas que no pueden salir de la depresión.
He pasado una considerable cantidad de tiempo con otras personas que, al igual que mi esposa y yo, estamos soportando la vida tras la muerte súbita de un hijo.
He visto lo que la pobreza incesante le puede hacer a las personas en todo el mundo.
A pesar de saber que existen estos panoramas, no me desespero. Sé que hay esperanza en Jesús, que la guía viene por medio del Espíritu y que el conocimiento y el poder se encuentran en la Palabra de Dios.
Las palabras del Salmo 119 nos dan aliento. Cuando nuestra alma está «abatida hasta el polvo» podemos ser vivificados según la Palabra de Dios. Cuando nuestra alma está deshecha de ansiedad, podemos ser sustentados por Su Palabra (v. 28). Cuando la mentira nos amenaza, podemos seguir la verdad de Su Palabra (vv. 29-30). Nuestro corazón puede ser liberado por los mandamientos de Dios (v. 32).
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