En todas partes hay pesimistas, gente que siempre considera el lado negativo de las cosas. Al comenzar un año nuevo, insistirán en el envejecimiento, los grandes problemas no resueltos y los que se perfilan en el horizonte.
Por supuesto que no podemos eludir los graves problemas de nuestro tiempo, ni las preocupaciones que pueden oprimirnos.
Sin embargo, ¡la vida sigue! Otros dicen: Mientras hay vida, hay esperanza. Entonces, ¡regocijémonos! Pero no busquemos la falsa felicidad que ofrece el mundo, sino acerquémonos a Dios, quien ofrece la verdadera alegría. El hecho de empezar un nuevo año ya es una bendición. Todavía es el día de la gracia; todavía es tiempo de recibir y echar “mano de la vida eterna” (1 Timoteo 6:19).
Escuchemos la voz del Creador, quien nos invita a obtener una verdadera liberación interior, un profundo gozo y una esperanza viva. No nos promete un año fácil y sin preocupaciones, pero nos propone vivirlo con él, confiando en su amor. Demostró que era capaz de todo para hacernos felices, ya que aun sacrificó a su Hijo unigénito para que aquel que cree en él tenga vida eterna.
Entonces, para que podamos avanzar sin fijarnos en los obstáculos, tengamos plena confianza en Jesús, a fin de vivir esta vida con él desde el comienzo de este nuevo año.
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