En Romanos capítulo 8, dice: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” La gente predica que Dios va a apartar Su pueblo de experimentar estas cosas. Los creyentes han sido enseñados así y así lo creen. Y cuando tienen problemas y tribulaciones, su fe decae. Nunca dice Dios, ni siquiera una vez, que nos va a evitar pasar por estas cosas. Lo que sí dice, es que vamos a atravesarlas, pero incluso algo mejor, dice que los problemas o tribulaciones no pueden separarnos del amor de Dios. Como podrá apreciar, nuestra fe no es algo superficial. Tenemos algo real. La victoria de nuestra fe no consiste en escaparnos de este mundo, sino vencerlo para superar los problemas y las tribulaciones.
Por consiguiente, deje de orar para no tener problemas. Pare de vivir en temor de los problemas o tratar de evitarlos, esa no es su fe. Usted tiene algo más poderoso. Dígase: “No tengo temor a eso. Tomaré la fe que tengo, venceré y tendré la victoria, porque el amor de Dios es más grande que todas las cosas y que el mundo mismo”. Porque usted no ha venido al mundo para evitar al mundo, sino que vino al mundo para así poder vencer al mundo.
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