Cuando uno lee el libro de Éxodo, ve que las instrucciones para la construcción del tabernáculo están llenas de dimensiones: Tantos metros de alto, de ancho, de largo. El Antiguo Testamento contiene muchas dimensiones. Era un Pacto basado en las tablas. Pero cuando llego el Nuevo Pacto, cuando el Espíritu bajo en Pentecostés, (Da la casualidad que cae el mismo día que en el Antiguo Testamento recibió las tablas de la Ley) ahora ya no hay dimensiones, porque con el Espíritu no hay medida. La carne tiene dimensiones; el Espíritu, no. Tener dimensiones y medidas es tener límites. Cuando usted vive en la carne, usted está limitado por su propio entendimiento, sus propias habilidades, debilidades, fuerzas, sabiduría y todo lo que viene de usted mismo. El Espíritu no está limitado en nada. Dios no tiene límites. No hay límites para Su misericordia, su amor, su sabiduría, Su fuerza o Su poder. Cuando vive por el Espíritu, usted tiene una mente abierta – el viento sopla a través de ella. Usted lo puede todo en Jesucristo. Usted no tiene límites. Entre en la dimensión del Espíritu y será como el viento, sin limitaciones, porque el Espíritu es como el viento, sin dimensiones.
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