Lo primero que hizo Dios esta mañana por medio de diversas
circunstancias, fue recordarte la FIDELIDAD que ha tenido contigo a lo largo de
toda tu historia personal. Una fidelidad inalterable y continua en la que
incluso no ha faltado el condimento de la disciplina.
El hecho que Dios sea nuestro Padre Fiel, no indica por ello
que tolere nuestros “malos pasos”, al contrario, nos los corrige con la vara
del dolor. Al respecto la carta a los hebreos lo corrobora: “Hijo mío, no
menosprecies la disciplina del Señor,
ni desmayes cuando eres reprendido por
él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por
hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo
es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de
la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por
otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los
venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y
viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a
ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad.” (Hebreos 12:5-10). Ante la afirmación anterior,
testifico de la fidelidad de Dios manifestada en su mano fuerte, dolorosa y
correctora a lo largo de mi historia personal; una historia llena de curvas
incomprensibles, noches oscuras, áridos desiertos y fuertes tempestades. Por
eso, cuando escribo lo hago con conocimiento de causa y con agradecimiento a la
fidelidad inalterable y continua de mi Padre Celestial.
La fidelidad de Dios no ha permitido que te salgas del
propósito por el cual te trajo al mundo, ni que tomes caminos prohibidos por
él, ni que tu necedad prevalezca sobre su voluntad. Él, como tu Padre fiel no
lo ha permitido y jamás lo permitirá por mucho que lo intentes con tus
caprichos. A él le perteneces desde siempre, nadie podrá impedirlo. Eres su
oveja escogida así como te lo confirma hoy: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las
conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie
las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie
las puede arrebatar de la mano de mi Padre. (Juan 10:27-29)
Los acontecimientos vividos recientemente te han hecho
entender que Dios permanece fiel a sus promesas aunque parezcan NO cumplirse; y
que su fidelidad inalterable y continua es garantía total para tu vida futura.
Por eso, ya no le des espacio a la incredulidad ni a la desesperanza. Dios es fiel y no permitirá que quedes a la deriva como
consecuencia de tus malas decisiones y acciones, aunque eso conlleve dolorosas
disciplinas.
Conságrate a Dios para sus propósitos eternos, dale las
gracias por todo este proceso por el que has atravesado durante todos estos
años; dale las gracias por sus promesas fieles, gózate y depende de ellas
aunque la noche sea mucho más intensa y oscura. La fidelidad inalterable y
continua de Dios te sostendrá siempre.
Los Pastores Manuel y Marina
https://twitter.com/Radioyisrael
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