Has estado orando “infructuosamente” a Dios para
que te saque de “esa situación” tan agotadora y estresante; pero tal parece que
todo sigue igual, todo permanece “fuera de lugar” y convertido en un caos
desolador e irreversible.
¡Una verdadera pesadilla de la que anhelas
despertar ahora!
Humanamente hablando, no hay más que hacer.
Las lágrimas han inundado tu almohada durante
oscuras e interminables noches, pero ya no hay perspectivas favorables. (Tú
sabes de qué se trata.)
Le has creído a Dios, has dado los pasos de fe
necesarios y continúas orando insistentemente.
Pero entonces,
¿Qué sucede?
¿Qué pasa?
Estás en medio de un proceso formativo en el que
Dios te está enseñando a fortalecer tu fe, te está enseñando a esperar en él
aunque el tiempo haya transcurrido más allá de sus límites, te está enseñando a
gozarte en él independientemente a toda circunstancia.