No hay ninguna palabra registrada en la Biblia que
esté fuera de orden y control. Todo su contenido fue revelado tal y como Dios
quiso que se conociera, fue él quien “puso” cuidadosamente todas sus palabras
en la mente y en la voluntad de los escritores escogidos para tal propósito.
¡Dios no miente ni se equivoca!
Por lo tanto, tenemos la plena certeza de que sus
palabras son fieles y verdaderas.
El apóstol Juan testificó de ellas.
“Estas palabras son fieles y verdaderas”. Apocalipsis
22:6
De igual manera lo dijo el apóstol Pedro.
“Tenemos también la palabra profética más segura,
a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar
oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros
corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad
humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el
Espíritu Santo”. 2 Pedro 1:19-21
ATESOREMOS LA PALABRA INSPIRADA DE DIOS.
Dios ha dejado su revelación escrita para que la
conozcamos y la vivamos; es su voluntad inmutable la que hemos de atesorar en
nuestra mente y en nuestro corazón.
Es vital que la reflexión bíblica lleve el
refuerzo de la oración para que obtengamos su conocimiento sobrenatural y lo
apliquemos en cada circunstancia del diario vivir.
Vienen tiempos adversos para el mundo, y es por
ello que debemos arraigarnos a las enseñanzas y promesas de nuestro Señor
Jesucristo.
Que sea la Palabra de Dios la fuente de paz
imperturbable en medio de toda adversidad.
“Pase lo que pase” permaneceremos creyendo y procediendo de acuerdo con
sus principios revelados.
Nos dice el Señor, ahora:
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis
paz”
Juan 16:33.
Pastor M.Rodriguez
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