miércoles, 12 de agosto de 2020

LA VIUDA Y EL ACEITE 2 REYES 4:1-7

Este relato se encuentra en 2 Reyes 4:1 al 7. Nos cuenta de una mujer viuda, de la familia de los profetas, que acude a Eliseo, el gran profeta, en busca de ayuda. Dice ella:” tu siervo, mi marido, ha muerto, y los acreedores quieren llevarse a dos de mis hijos como siervos.”

Eliseo no vacila en responderle. "¿Qué te haré yo? ¿Declárame que tienes en tu casa? Y ella dice: tu sierva nada tiene en casa, tan solo una vasija de aceite.”

¡Qué poco, ¿verdad? Como para no sentirse desalentada en semejante situación. Llena de deudas, sin alimentos ni carne, ni pan, ni trigo, tan solo una vasija de aceite.

A continuación, el profeta da una orden:” Ve, pide a tus vecinos, vasijas prestadas, vasijas vacías, no pocas. Luego enciérrate con tus hijos y llénalas de aceite”.

Ella obedece y encerrada en su pieza con sus hijos va llenando las vasijas vacías hasta que ya no queda ninguna, y recién entonces el aceite deja de fluir.

La mujer vuelve al profeta para contarle el milagro sucedido y allí Eliseo le aconseja: “Vende el aceite, paga a tus acreedores y con lo que queda vivan ustedes”.

¿Qué lecciones podemos sacar de esta hermosa historia contada en tan solo siete versículos? Varias, a no dudarlo y vamos a comenzar de a un versículo por vez.

1º: La mujer viuda se enfrenta a un grave problema, pero tiene una resolución sabia: va a contárselo a quien puede darle consejo y ayuda, es decir, a la persona indicada. 

Acá vemos una persona de fe: ¿Hacemos así nosotros? O, cuando tenemos una dificultad muy grande nos desahogamos con los vecinos o nos quejamos con nuestros compañeros de trabajo, dando la pobre impresión de que, a pesar de ser hijos de Dios, no tenemos a quien recurrir en busca de ayuda y nos limitamos a desparramar nuestro problema y a lamentarnos como lo hacen los demás?  No sería mas sabio refrenar nuestra lengua delante de los inconversos y tratar el problema con nuestros pastores o con algún consejero o hermano de la iglesia que pueda ayudarnos con su sabiduría?

Vers.2:la respuesta de Eliseo es terminante. “Yo no puedo solucionarte por mí sólo este problema. Fíjate que tienes en casa”.

Algo debe quedar en nuestro hogar de bendiciones que el Señor nos ha dado en el pasado. Y, además, Dios siempre está dispuesto a usar nuestros dones y capacidades para bendecirnos en un momento de necesidad. Cuando Moisés aducía su falta de habilidad para enfrentarse con Faraón, Jehová le dijo: ¿Qué tienes en la mano? Y de una simple vara de pastor salió el instrumento que pudo convencer al Faraón del poder delegado en Moisés.

Cuando el Señor Jesús dió de comer a mas de cinco mil personas, el alimento salió de los escasos cinco panes y dos peces que un muchachito puso en su manos.

Muchas veces buscamos soluciones mágicas cuando a nuestro alcance están los medios para comenzar a paliar nuestro problema.

Dios puede hacer lo que para nosotros es imposible utilizando lo poco posible que está al alcance de nuestra mano. Para la pobre viuda el aceite era, tal vez, tan sólo una pequeña tinaja en medio de su pobreza y desolación, pero Dios la transformó en una fuente inagotable de bendición.

Vers.3: ve y pide a tus vecinos vasijas prestadas, vasijas vacías, no pocas.

Acá vemos a una mujer de buen testimonio con sus vecinos. Si ella no se hubiera llevado bien con ellos, si hubiera sido peleadora, mala vecina, chismosa o insolente no se hubiera atrevido a hacer tal pedido. Sin embargo, ella y sus hijos van casa por casa y recogen vasijas en gran cantidad

También vemos a una mujer obediente: no discute con el profeta, (¿para qué traer vasijas si no hay aceite para llenarlas?) y obedece su palabra sin chistar.

Cuando el mismo Eliseo trató con Naamán para sanar su lepra y le ordenó bañarse por siete veces en el Jordán, éste, con orgullo, se resistió a la orden, creyendo que el profeta iría a hacer un gran milagro delante de sus ojos y por poco pierde su oportunidad de curarse.

La viuda, en cambio, accedió a un pedido que añadía una humillación más a las que ya estaba pasando.

Vers.4 y 5: entra luego, y enciérrate tú y tus hijos…y ellos le traían las vasijas, y ella echaba el aceite.

Hay toda una unión familiar que se hace evidente en el momento de crisis que vivieron la viuda y sus hijos. Los jóvenes, obedientemente, hacen todo lo que su madre les pide , sin cuestionarle nada.

Muchas veces estas mismas crisis dividen a las familias, ya que sus integrantes comienzan a culparse el uno al otro de la situación que les toca vivir, y no saben o no quieren, por egoísmo, enfrentar el grado de responsabilidad que le corresponde a cada uno. Acá, la familia unida, en completa intimidad, va realizando en conjunto y en perfecta armonía el trabajo que el profeta les ha encargado, contribuyendo así, con su fe, a que se produzca el milagro. 

Vers.6: Cuando se acabaron las vasijas, cesó el aceite.

Siempre los límites a la bendición de Dios los ponemos nosotros, no ÉL. A más vasijas, mas aceite se derramaba. A más fe, más entrega, más compromiso, más rendición de nuestra vida y de nuestro yo, más unción del Espíritu Santo vendrá sobre nosotros.

Si somos un canal por donde pueda fluir el aceite de Su Santo Espíritu, seremos como una vasija abierta que derramará la abundancia de su bendición sobre otras personas.

Vers.7: vino luego ella y le contó al varón de Dios.

¡Qué bueno es volver a los pies del Señor para agradecerle cuando recibimos bendición de Su mano! 

¡Qué bueno es volver para agradecerle al hermano que con bondad nos escuchó y aconsejó o nos prestó ayuda económica!

¿Y los nueve donde están, preguntó el Señor como un reproche por el desagradecimiento de los leprosos que EL había librado de su enfermedad.

Si algo debemos aprender en nuestra vida cristiana, es a ser agradecidos. Es fácil pedir en el momento de urgencia y olvidarlo luego. Es triste aprovecharnos de las bendiciones para luego darle la espalda al Señor al menor inconveniente.

Ya vemos: una pequeña, casi desconocida mujer y una gran, hermosa historia que ella nos ha dejado con su proceder. Que pueda servirnos de bendición y ejemplo para el vivir de cada día.


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