Hay situaciones dolorosas que pueden aparecer repentinamente. Se dan sin previo aviso y cuando no hay indicios que algo malo pueda suceder. Al llegar dichas situaciones, la primera reacción es huir lo más lejos posible de ellas, pero a pesar de todos los intentos allí permanecen. No se pueden evadir. Así, de igual manera serán los “dolores repentinos” que vendrán al mundo en un futuro no muy lejano. Se trata del resultado acumulado de la soberbia, la injusticia, la corrupción, la inmoralidad y toda clase de maldad. Los juicios anunciados y descritos en el Apocalipsis, pronto serán una realidad. Los eventos previos para que todo esto suceda, ya están “armados” para el tiempo previsto. Dios se lo reveló al apóstol Juan y le dio la orden de escribirlos para que fueran conocidos. Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. Apocalipsis 1:19 Dios ha estado advirtiendo sobre situaciones repentinas muy dolorosas en diversos lugares de la tierra. Muchas personas al fin van a entender lo que desde hace tiempo quería decirles. Sin embargo, otros no querrán entender, pues seguirán en su carrera imparable de maldad y haciendo caso omiso de las advertencias divinas. Nada les detendrá, ni aun cuando posteriormente enfrenten los juicios apocalípticos. Veamos los textos que lo corroboran: Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos. Apocalipsis 9:20-21 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria. El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras. Apocalipsis 16:8-11 Es ahora cuando los cristianos hemos de permanecer fieles llevando a cabo la labor encomendada por nuestro Señor Jesucristo, aunque todos rechacen su mensaje. Es nuestro deber hacerlo. Hagamos las últimas advertencias antes que vengan las situaciones dolorosas repentinas. Para ello, necesitamos un corazón compasivo que se duela ante la condición actual de la humanidad, y que nos sintamos impulsados a hacer algo por ella. No podemos permanecer indiferentes mientras el mundo se hunde. Es necesario salir de nuestras “cuatro paredes”. ¿O acaso esperaremos a ser “sacudidos” para que lo entendamos? Necesitamos mostrar a Cristo.
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