viernes, 2 de octubre de 2015

El Señor nuestro Dios, el Señor uno es



Necesitamos amar a Dios genuina mente; y que ese amor nos impulse a reflejarlo de manera espontánea a los demás.   Necesitamos reflejar nuestro cristianismo.   Nuestro Señor Jesucristo nos lo dice:   “El primer mandamiento de todos es: “El Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”. (Marcos 12:29-31). 
  Si no ponemos en práctica el mandamiento básico, ¿Qué se puede esperar de lo demás?   ¡NADA!   En otra porción de la Escritura, nuestro Señor nos recalca lo siguiente: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. (Juan 13:35).   Más claro no lo puede expresar.
¿Qué nos impide amar? Nuestra naturaleza humana herida por el pecado.
Nos es necesario por lo tanto depender de la acción directa y sobrenatural del Espíritu Santo para que gobierne nuestras emociones.   Únicamente la acción sobrenatural del Espíritu Santo es capaz de romper con el duro cascarón del egoísmo, de derretir el sólido hielo de la indiferencia y de derribar el grueso muro del rencor.
Reconozcamos nuestra incapacidad delante de Dios, reconozcamos que necesitamos gozar de la vida plena que Cristo nos vino a dar, reconozcamos que es urgente una plena renovación espiritual interior para que espontáneamente reflejemos la vida de Cristo en todo momento y lugar.


Los Pastores Manuel y Marina 

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