viernes, 21 de agosto de 2015

Cuatro cosas por las cuales agradecer a Dios



Días, atrás pensaba en que si alguien me preguntara por qué estaría dispuesto a agradecer a Dios, hay cuatro cosas por las cuales sin duda, lo haría. En verdad, hay muchas más, pero me parece que todas se circunscriben a estas cuatro:

-          Familia
-          Trabajo
-          Salud
-          Ministerio

No importa el orden en el que las menciono. No significa que sea una primero y otra después o más importante la primera que la última en enunciarse. 

Mi familia juega un papel decisivo en mi vida. Dicen que “detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”. ya que conmigo hay dos grandes mujeres y dos hombres por las cuales agradezco cada día de mi vida a Dios: mi esposa y mis hijos . Me contienen mucho. Ellos conocen mi malhumor cuando algo sale mal o mi depresión cuando a veces regreso del trabajo hecho pedazos.
A veces surgen las rispideces, las desavenencias, los enojos. ¿Quién dijo que a las familias cristianas estas cosas no les pasan? Sin embargo, su contención y su presencia en mi vida resultan ser un importante pilar por lo que agradezco cada día, ya que tiene una poderosa gravitación en el resto de las áreas. No sé qué sería de mí sin la familia. Mi trabajo, mi salud y mi ministerio se verían seriamente resentidos.

Mi trabajo. Más allá de los dolores de cabeza es la fuente de ingresos que permite sostener la familia, la salud y el ministerio. Luego de un fin de semana 100% ministerio, de una noche de gloria el domingo a la noche en la iglesia, viene el lunes y a las 6:00 AM hay que levantarse para salir al fragor de la batalla. ¡A veces no quiero levantarme! Pero agradezco a Dios por tener la salud para trabajar, una esposa que me despide al salir muy temprano en la mañana  y espera todo el día por mi regreso, me da fuerzas, me ayuda a levantar mis horizontes en pos de cosas más trascendentes que el devenir de todos los días, y sin el cual no podría hacer frente a las vicisitudes laborales. Ya habría renunciado hace rato.

Mi salud es algo por lo que agradezco a Dios. No es perfecta. De hecho hay algunas “bombas de tiempo” dando vueltas por mi organismo que en algún momento van a causar problemas. Uno de mis jefes siempre dice con humor: “¡Si después de los 50 no te duele nada, es porque estás muerto!” Hay dolores, hay molestias, pero puedo salir cada día a trabajar, puedo disfrutar de mi familia, puedo ministrar con lucidez y claridad.

Y por último, mi Ministerio, este precioso ministerio que el Señor me ha dado.. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13) está bien.  El Señor es roca mía y castillo mío, fortaleza mía, mi escudo, la fuerza de mi Salvación, mi alto refugio (Salmos 18:2) es indiscutible. Mi luz y mi salvación, la fortaleza de mi vida (Salmos 27:1), ni hablar. Y así podría citar cientos de porciones de las Escrituras. No me alcanzaría un libro para ello… Pero sin los pilares que el Señor me ha dado para mi tránsito en esta tierra: Salud, Trabajo y Familia, mi Ministerio se vería considerablemente resentido.


Pastor Manuel R

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