miércoles, 26 de noviembre de 2008

" UN HIJO DE DIO "

Uno no llega a ser cristiano como se entra en un club, pagando su cuota y adhiriéndose a las reglas establecidas. Ser cristiano no es ser un humanista, es decir, creer en el hombre y no en Dios. Se puede lograr las virtudes cristianas del amor y de la solidaridad, consagrarse a causas humanitarias, aun considerar a Jesús como un admirable modelo de bondad, altruismo y abnegación… pero pasar al lado de lo esencial.
¿Qué es, pues, lo esencial? Lo esencial es creer lo que Dios dice. ¿Y qué es lo que dice?
Dios creó al hombre inocente, y ambos tenían comunión. Por su desobediencia, el hombre rompió esa relación, llegó a ser pecador y adquirió una conciencia que le permite discernir entre el bien y el mal. Esta conciencia le recuerda que estando separado de Dios no puede ser feliz. Pero la conciencia puede estar dormida y hasta endurecida. He aquí un test para conocer su estado: ¿Qué me dice ella a propósito del pecado? ¿Me reconozco realmente pecador y culpable ante Dios?
Jesús dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9:13). Cristo amó a los pecadores hasta el punto de cargar con sus pecados. “Fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 4:25; 5:1).

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