Has descubierto que crecer y fortalecerte en el Espíritu, es un deseo intenso que hay en tu interior. Tienes sed de Dios en medio del árido y oscuro mundo que te rodea. Un mundo en donde se refleja la maldad en todas sus formas, así como también las tentaciones, dificultades, limitaciones y peligros diversos.
Has descubierto que crecer y fortalecerte en el Espíritu, depende de la actitud que tú tengas para lograrlo. Dios quiere que crezcas y te fortalezcas, pero has de crear las condiciones para ello.
Al igual que el Rey David, expresas lo siguiente: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas”. Salmo 63:1.
¿Cómo crecer y fortalecerse en el Espíritu?
El crecimiento y la fortaleza espiritual se alcanzan a medida que te nutres del alimento adecuado; y el único alimento para el Espíritu es la Palabra de Dios. Nuestro Señor Jesucristo lo dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Mateo 4:4. Por eso es importante no solamente
leerla, sino estudiarla y reflexionarla bajo la guía del Espíritu Santo. Se requiere hacerlo bajo un clima de oración, en donde el diálogo entre Dios y tú se vuelve real. A medida que te nutras, te irás llenando de luz y vida. Tus pensamientos serán iluminados de manera sobrenatural, produciendo en ti convicciones firmes, y que a la vez se reflejarán en un espontaneo estilo de vida en medio de un mundo que ha perdido la perspectiva de lo espiritual.
La Palabra de Dios la tienes siempre a tu disposición.
Dios siempre tomará la iniciativa para hablarte en lo que necesites oír y asimilar. Su voz es persistente, no cesa. Una y otra vez te
hablará para que asimiles en forma sencilla, verdades espirituales profundas y transcendentes. Siempre vas a recibir la palabra justa y oportuna para cada situación específica que vivas. Compruébalo y lo verás.
Mientras más te expongas a la Palabra de Dios, mas luz recibirás. Toda incredulidad desaparecerá independientemente a las circunstancias adversas que te rodeen. Deja que la “semilla de la vida” germine en ti, no sin antes pedirle al Señor que el fuego consumidor de su Espíritu consuma todo estorbo que te impida asimilar su Palabra. Es necesario que lo hagas para que “tu tierra” esté en buenas condiciones, así como lo dice la parábola del sembrador. (Lee Mateo 13:1-23) “Mas el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno” Mateo 13:23. Además de la luz que recibas, la transmitirás espontáneamente en medio de las tinieblas que rodean.
Para exponerte a la Palabra de Dios y hablar con él, necesitas apartarte de las “realidades terrenas” para evitar toda distracción que los sentidos te ofrezcan. Necesitas “alejarte de tierra” para navegar en las “aguas profundas” de las realidades espirituales; será entonces cuando verás y entenderás lo que no podías creer y aceptar con tu lógica.
Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos porque oyen. Porque de cierto os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís y no lo oyeron.
0 comentarios:
Publicar un comentario