Dios convierte lo imposible en realidad.
En su tiempo cumplirá al pie de la letra lo que te prometió; él es dueño de todo cuanto existe y por lo tanto todo lo tiene bajo su control total y absoluto. No antepongas tu lógica pensando en “como” hará las cosas, pues su poder rebasa toda posibilidad de pensamiento y acción. Los métodos de Dios son inescrutables e incuestionables, y repentinamente puede hacer que todo cambie. De manera inesperada puede comenzar un proceso que te conduzca hacia algo radicalmente nuevo. Lo puede hacer con solo dar una orden.
Con solo dar una orden todo puede ser sincronizado a tu favor...
Persevera en la oración y en la meditación de su Palabra. Eso te ayudará a ver “más allá” del desierto y “escuchar” con claridad su voz, pues no es lo mismo ver las cosas desde la perspectiva humana que verlas desde la perspectiva divina.
No pierdas la noción de “quien” es él; por eso es importante que te apartes de toda influencia negativa que nuble tu visión espiritual.
Renuncia ahora mismo a toda complicidad con el mal. No sigas la corriente de lo que piensa o hace la mayoría. Mantente firme en tus convicciones cristianas.
Conságrate para los propósitos eternos por los cuales Él te creó, pues caso contrario tu vida no tendría sentido.
Abandónate bajo su soberanía y su poder sobrenatural. Recuerda que él no necesita de nada ni de nadie para obrar a tu favor.
Espérate, pero no de manera pasiva sino activa, fortaleciendo tu fe y dando pasos de obediencia a su palabra.
Sírvele con corazón sincero y diligente en la obra que te ha encomendado.
Declara en el nombre de Jesús que todo será conforme a lo prometido. No será de otra manera.
Llénate de su paz con la plena convicción que él obrará independientemente a las circunstancias externas que te rodean en estos momentos. Aprende a “verlo” en medio de ellas.
Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.
2 Corintios 1:20
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