Al llegar a este mundo, traemos los ojos llenos de simplicidad y de una alegría ingenua, contagiante...
En esa época de la infancia, despreocupada y ligera, ¡cuantos sueños traemos! La imaginación corre libre. No hay límites para la mente fértil. Todo es posible.
Pero crecemos. Y la vida se va encargando de borrar un poco del brillo de nuestros ojos.
Escuchamos tantas veces la palabra “no” que poco a poco, nos vamos revistiendo de un temor exagerado. Pasamos a tener miedo de soñar, ir más allá, de transpasar hasta los mas pequeños límites.
Despacio, muy lentamente, pasamos a poner cada vez más frenos al alma, a ejercer autocensura, a matar la imaginación.
Antes de soñar, reprendemos a nosotros mismos: “¡Ah, eso no es posible!” O “Eso no terminará bien.” Y no nos permitimos imaginar algo nuevo y osado.
Pero, pensemos, ¿vale la pena vivir de manera tan metódica? ¿Con cada paso contado? ¿Con los sueños reprimidos?
La respuesta es no. No vale la pena fustrar los sueños, que pueden ser el puente para una vida más feliz y plena.
Un soñador es alguien que no se acomoda. Está siempre buscando algo de bueno, de nuevo, de diferente.Es un luchador.
Observe que no estamos hablando de personas rebeldes, de aquellas que desean nada más que romper las reglas como manera de provocación.
Hablamos de personas que aspiran a vivir en un mundo más justo, bendito por gestos de fraternidad y lleno de ética, alegría y paz.
Te acuerdas cuando John Lennon cantó que era un soñador, ¿pero que no era el único?
En la canción “Imagine”, él imaginaba un planeta libre de prejuicios religiosos, sin que las fronteras de los países impidiesen los hombres de ser hermanos.
Bueno. Lo que Lennon quería era que más soñadores se juntasen a él, para que el Mundo fuera uno, mucho más unido, más solidario y amoroso.
¿Vamos aceptar a esa invitación?
Sí, porque aceptar a esa llamada de hermandad es también aceptar el mensaje de grandes líderes religiosos, de filósofos, de hombres de bien.
Recordemos que la Humanidad camina porque hay quien sueña. Inventores, científicos, sacerdotes, pensadores en general son grandes soñadores.
Gandhi soñó que la independencia de la India sería conquistada sin violencia. Y consiguió doblar el poderoso imperio británico, sin poner las manos en armas. Nada más que gestos de amor, con seriedad y con unas ganas férreas.
Son hombres como ese los verdaderos soñadores. No esperan sentados. No se dejan abatir. No permiten que el pesimismo ajeno los contamine.
Los Soñadores mueven el Mundo, a partir de ideales que ellos transforman en realidad. Los suyos son sueños de bienestar, de fraternidad, de gestos amorosos.
Permítete, tú también soñar con cosas bellas, buscar cambios positivos. Toca las estrellas con la punta de los dedos. Sueña.
Sueña, sí. Todos los días, todas las horas. Porque Dios te Respondera
PASTOR:MANUEL RODRIGUEZ G