En el libro de Jonás, se le ordena a Jonás de ir a Nínive a predicar: “Pero, cuarenta días más, y Nínive será destruida”. Esto causó un dilema porque pasaron los cuarenta días y Nínive seguía en pié. Los habitantes se habían arrepentido y eso molestó a Jonás; y ha molestado a muchos creyentes a través de los años. Pero no es un problema para Dios; es un problema para nosotros. Si era el destino de Nínive de ser destruida, entonces Dios cambió su destino.
El propósito del Nuevo Testamento es cambiar destinos. Así que debemos regocijarnos al saber que Dios cambió el destino de Nínive, de juicio a salvación. Muchas veces vivimos como si lo imposible fuera de verdad imposible. Pero el Mesías dijo que con Dios, todo es posible. Así que usted no tiene que seguir viviendo su vida en derrota y en pecado porque Dios ha cambiado su suerte. ¡No trate de explicarlo! Porque en la salvación, cambiar su suerte es su destino; así que decídase a dar un paso hoy con Su poder y pida por su destino.
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